Socio DebateRevista de Ciencias SocialesISSN N° 2451-7763 e ISSN - Latindex N° 2451-7663 |
El tiempo, en tanto invención social, no sólo tiene una utilidad de calendario (Elías, 2007), sino que también ordena y estructura las conductas de las personas, atribuyéndoles una serie de expectativas de roles a las cuales atenerse. Así, definimos a las edades y a las personas, sus características y las conductas esperables de ellas conforme el paso del tiempo. Sin embargo, estos roles y la representación que de ellos nos hacemos tampoco son estáticos (Moody, 1998).
Si bien a lo largo de la historia siempre existieron en las sociedades personas consideradas viejas, lo destacable de las últimas décadas es la creciente tendencia de la población añosa como grupo social de peso.
Producto de mejoras en la calidad de vida y reducción de la natalidad, entre otras variables, las personas mayores paulatinamente comienzan a registrar su supremacía transmutando las estructuras demográficas. De hecho, nuestro país observó una reducción en su Tasa Global de Fecundidad (cantidad de hijos que en promedio tiene cada mujer) del 54,5% entre 1980 y 2020, pasando de 3.3 niños a 1.5 en la actualidad (RENAPER, 2023). En síntesis, la vejez como problema social excede a esta etapa de la vida y nos invita a pensarla en conjunto con otras fases vitales. Asimismo, junto a los cambios poblacionales deben comenzar a reconfigurarse las agendas estatales repensando las políticas y su cobertura.
En ese sentido, desde las ciencias sociales no podemos permanecer absortos a esta nueva realidad que nos invita a una profunda reflexión en múltiples campos como el trabajo y la jubilación, el sistema de salud, la educación, la movilidad, entre tantas otras cuestiones que permitan la ampliación de derechos para este grupo de personas. Incluso, nuestras diferentes disciplinas sociales, con sus respectivos objetos y métodos, pueden brindarnos diversos modos de abordaje que nos permitan aprehender este creciente fenómeno.
En primer lugar, el envejecimiento poblacional se nos presenta como un hecho social: su impacto sobre el tejido social evidencia una tendencia regularizada, cristalizada y normalizada, lo cual lo convierte en un caso plausible de revisión y análisis. Una de las particularidades de los hechos sociales es que no tienen al individuo como sustrato, sino a la sociedad (Durkheim, 2005). Así, en consonancia con una de las premisas básicas de nuestras disciplinas –el descreimiento de los individuos atomizados y auto realizados–, debemos comenzar a reconocer el carácter social impreso en el proceso de envejecimiento y las vejeces.
En efecto, no todas las comunidades (y por consiguiente no todas las personas mayores) experimentan este fenómeno de la misma manera. Esto nos conduce a pensar la diversidad del envejecimiento en un sentido amplio.
La vejez debe ser considerada como resultado de un proceso diferencial y dinámico que se lleva a cabo a lo largo de nuestras trayectorias vitales: el envejecimiento. Desde este punto de partida, nuestras biografías se ven entreveradas por un sinfín de eventos significativos y experiencias acopiadas (positivas o negativas) que impactan en nuestros cursos vitales condicionando nuestras formas de envejecer y, por lo tanto, vejeces. De ese modo, la diversidad que circunda nuestras trayectorias nos conduce a hablar de vejeces y envejecimientos en plural, no buscando ceñir el análisis a prenociones estáticas con base en preconceptos del sentido común. En ese sentido, otra de las máximas de nuestro campo disciplinar es la férrea refutación de aquello dado por hecho. Es decir, del sentido común; el cual rara vez entiende a este proceso como una continuidad entre edades o un constructo social.
En relación a la edad, una de estas manifestaciones la encontramos en aquello que la teoría denominó edadismo o viejismo, entendido como una forma de intolerancia, discriminación y prejuicio de un grupo de edad hacia otro. Este sesgo, según Butler, se hace evidente en sociedades donde se valora el pragmatismo, la acción, el poder y el vigor de la juventud sobre la contemplación, la reflexión, la experiencia y sabiduría de la edad (1969). Esta mirada sesgada y estigmatizante podemos hallarla en el abordaje y el trato que se le da a las personas mayores en la vida cotidiana. Ello se expresa desde la patologización de la adultez hasta su subestimación e incluso culpabilización. Empero, se trata de miradas que comparten un punto en común: la homogenización de todo un grupo a partir de la extrapolación de rasgos excepcionales en algunos sujetos. Así, se borra cualquier tipo de distinción al tomarlas como un todo compacto. Ejemplo de esto lo hallamos en la consideración de las personas mayores como supuestas consumidoras compulsivas de cuidados intensivos y medicamentos, como un potencial peligro para la sostenibilidad de los sistemas de seguridad social y como inútiles o no productivas, entre otras. No obstante, como sostenía Bourdieu (2003), preguntarnos por la utilidad de algo es cuestionarnos respecto de a quién eso le es útil, estando en última instancia al servicio del poder.
Ahora bien, si las miradas del sentido común no se condicen con las diversas formas de envejecer, qué es entonces la vejez y cómo podemos abordarla desde las ciencias sociales. En principio, hemos señalado que se trata de una etapa de la vida producto de otras fases vitales transcurridas (niñez, adolescencia, juventud y adultez), al tiempo que refleja los múltiples y diversos episodios y eventos significativos conocidos en nuestras trayectorias. En consecuencia, se trata de un momento biográfico plagado de diferentes vivencias acumuladas en el curso de la vida.
Partiendo de esta premisa, y entendiendo que tanto la vejez como el envejecimiento son en sí procesos diferenciales, es que los trabajos aquí compilados buscan problematizar los envejecimientos y las vejeces en la Argentina desde su diversidad, ponderando los cambios en las estructuras de población, las distintas representaciones que existen sobre las edades, la jubilación, el género, la salud, el trabajo, los cuidados, las formas de asociacionismo y la participación, y el rol del Estado y las políticas, entre otros tópicos.
En esa línea podemos plantear dos grupos teóricos y ejes temáticos que estructuran esta presentación.
Por un lado, encontramos una serie de artículos que estudian las imágenes, representaciones y estereotipos sobre las edades, la vejez y el envejecimiento. Entre ellos se ubica el trabajo de Gustavo Mariluz, quien, mediante una perspectiva existencial, indaga en las representaciones sobre el envejecimiento y el vínculo indisociable entre la vida y la muerte como parte necesaria de nuestras trayectorias. Como señala el autor, "la vida es mucho más que la sumatoria de los instantes; es el encadenamiento de los momentos que configuran la singularidad”. Así, a partir de la lectura de autores como Borges, Kierkegaard, Heidegger y Sartre, estudia el impacto que puede tener la cuestión de la inmortalidad en la vida existencial. Por su parte, el trabajo de María Delfina Pérez Benedetti observa los imaginarios que subyacen en las obras literarias. Para ello toma como estudio de caso La metamorfosis en donde, a través del análisis de contenido, examina las representaciones sociales en torno a los vínculos intergeneracionales, la edad y el género presentes en la obra.
Este primer lote sobre representaciones cierra con el artículo de Mario Yannoulas. Allí se estudia el edadismo y la invisibilización del componente etario en el rock. Su trabajo señala que el propio género y sus artistas envejecieron, pero esto no parece tener correlato en la representación de ellos como personas mayores. Investigando la genealogía del rock, el autor problematiza el modo en que el género devino en aquello que parecía aborrecer: ser viejo.
Por otro lado, tenemos un segundo bloque de trabajos que indagan en las características de las personas mayores y cómo son abordadas sus problemáticas. El primero de ellos corresponde a Graciela Pohler. En el mismo se observa el desarrollo demográfico de la población de la Ciudad de Buenos Aires. Haciendo especial énfasis en los últimos tres censos de población, la autora analiza el comportamiento y las características del envejecimiento poblacional al tiempo que señala la importancia de políticas que atiendan las necesidades de un grupo amplio y heterogéneo como es el de la vejez. Luego nos encontramos con el trabajo de María Julieta Oddone. En el mismo se estudia el sentido y el valor del trabajo para las personas mayores. En base a entrevistas a trabajadores mayores, su artículo profundiza en el quiebre que representa la pérdida laboral en sus trayectorias y cómo ello impacta en su salud y proyecto de vida. En relación a la salud, el artículo de Virgina Cunzolo nos adentra en las peripecias que atraviesan las personas mayores en contexto de vulnerabilidad socio-económica cuando asisten a un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires. Valiéndose del paradigma del curso de la vida, la autora entiende que el proceso de salud-enfermedad les representa un punto de inflexión que tensiona sus trayectorias, dirimiéndose entre atender su padecimiento o continuar con sus vidas cotidianas. Más adelante, en el trabajo de Christian Arias, se realiza un repaso sobre la participación de las personas mayores en la historia reciente, tanto del ámbito local como internacional. Tomando como ejemplo el caso de dos grupos, el Frente de Personas Mayores y la Revolución de las Viejas, el autor rastrea las redes y estrategias de las organizaciones, al tiempo que señala su importante papel en términos individuales y comunitarios. Por último, completa este dossier un artículo propio en el que se estudia cómo fue problematizada y representada la vejez en Argentina desde sus orígenes como Estado Nación a la actualidad. Allí se analiza que en distintos momentos de la historia local predomina una mirada normativista del envejecimiento.
Finalmente, queremos agradecer a Yussef Becher y a la revista Socio-Debate por la predisposición y el espacio brindado para esta publicación. Esperamos que este trabajo colectivo aporte herramientas, genere interrogantes o estimule nuevas líneas de investigación para el entendimiento de un fenómeno social actual, pero también de índole personal, ya que envejecer es la prueba fehaciente de nuestros propios cursos de vida.
Referencias bibliográficas
Bourdieu, P. (2003). Cuestiones de sociología. Madrid: Istmo.
Butler, R. (1969). Age-ism: another form of bigotry. Gerontologist, 9 (4), 243-246.
Durkheim, E. (2005). Las reglas del método sociológico. Madrid: Biblioteca Nueva.
Elias, N. (2010). Sobre el tiempo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Moody, H. (1998). Aging. concepts and controversies. California: Pine Forge Press.
RENAPER (2023). Análisis de tendencias de nacimientos en Argentina 2012-2021. Ministerio del Interior. Dirección Nacional de Población. Argentina.